martes, 2 de agosto de 2022

LA EXPERIENCIA DE MEMO VILLEGAS EN RABIOSO SOL, RABIOSO CIELO

El actor Guillermo Villegas, quien ha ganado gran popularidad por su participación en Backdoor, especialmente por su interpretación del “teniente harina”, relata, en una plática con Ricardo O’Farril en su programa “Ñam Ñam extravaganza”, que su experiencia en la película “Rabioso sol, rabioso cielo” fue dura, difícil y un poco traumática. Aunque añade que no se arrepiente de haber participado en ésta, ya que piensa que le permitió llegar a donde actualmente está. 






“Rabioso sol, rabioso cielo” es una película del año 2009 escrita y dirigida por Julián Hernández. Sinopsis: “Desde sus primeras miradas hasta las citas, los lugares donde se juntan y la sensación de permanecer aun en la distancia, Gerardo y Jonás intentan mantener la continuidad de su relación. Aunque la aparición de Bruno como el nuevo objeto de deseo de Jonás, irrumpe en su apasionado vínculo. El segundo largometraje de Julián Hernández se hilvana a partir de secuencias que trasmiten la profunda soledad de un amor cimentado en la gestualidad, el silencio, el dolor y la comunicación íntima.” 




Llegó a la cinta por un casting en la escuela. “Era mi primera experiencia, estaba muy morro, tenía 19 años, estuve desnudo toda la película. Se me chamaqueó en bastantes cosas: en sueldo, horas de llamado. Con los años dije ‘no mames, fui víctima de ciertos agandalles’. Hubo explotación laboral. Se hacían opiniones de mi cuerpo. ‘Ya no comas’. Ahora puedo decirlo sin miedo a que lo vea quien lo vea: hubo violencia pasiva. Y comencé a entender, claro, por eso van a hacer castings a esas escuelas. Para agarrar a alguien que está muy moldeable. Regalé horas extras, hubo bastante agandalle. Me encueraron y hasta me juzgaron por no estar cómodo desnudo. Creces pensando que eres un pendejo, ‘¿cómo me va a afectar estar desnudo?, ¿que no soy actor?’ La desnudez es cosa delicada, no sabes qué fibras puedes estar tocando. A mí me afectó un rato en mi vida personal. En mi desnudez, en una relación de pareja. Y me di cuenta tiempo después. No me volvió a tocar una experiencia así. Mi compañero de escena dejó de actuar. Lo hablamos y los dos estamos de acuerdo que los tratos no fueron nada buenos. Yo entré en una especie de síndrome de estocolmo, estaba muy atento a que el director y el productor me validaran, ‘estoy incomodísimo, pero si tú dices que lo estoy haciendo bien entonces lo estoy haciendo bien’. No conocía nada, no había hecho ni teatro, nada.” 




Villegas compara lo que vivió en ese entonces con otras experiencias en las que hay mayor cuidado y se platica con directores y productores hasta dónde consideran los actores que está bien llegar en las escenas. Refiere a un material (“un librito”) que los directores pueden revisar con los actores cuando hay escenas de sexo, y así ponerse de acuerdo. “¿Qué no te gusta que te toquen, que te vean, que te agarren? Hace 14 años me hubieras dicho esto.” 




Una de las cosas que aprendió de lo que pasó con Julián Hernández fue a cobrar lo que considera justo. “No vuelvo a firmar una carta en la que esté cediendo mis horas extras.” También entendió que los actores y actrices pueden negociar las escenas de desnudo. “Me desnudo y sigo en el proyecto” o “no me desnudo y renuncio sin decir nada” no deben ser las únicas opciones.  

Lo que aprendió lo resume en esta frase: “Cada ser humano merece dar sus condiciones”.

Entrevista completa aquí