A finales del año pasado decidí hacerme el tatuaje de una nave espacial. A veces me dibujaba una.
Busqué en internet diseños de tatuajes de naves y, después de decidirme por uno, me puse en contacto con Heróica Tatoo. Pensé en contratar los servicios de Pablo Mateo, pero para cuando hice la cita, él ya no se dedicaba a hacerlos. De cualquier forma me lo hice en ese estudio.
El tatuaje simboliza el amor de pareja entre dos hombres. Su posibilidad, su búsqueda, su realización, su fracaso, etc.
Y es que la primera historia de ciencia ficción con temática homosexual que escribí trata de dos jóvenes —uno estudia física y el otro enfermería— que se aman y que escapan en una nave —llamada Paz— de un mundo que agoniza. La escribí en 2003, me la publicaron unos años más tarde en la revista Homópolis y el día de hoy sigo trabajando el texto (espero terminar la versión definitiva este año).
Como dato adicional mencionaré que hace varios años en un taller de creación literaria esta historia recibió dos críticas opuestas. Mientras que para una persona era buenísima, para otra estaba llena de lugares comunes. Sin embargo, la segunda crítica no me aportó elementos para hacerle modificaciones. Más recientemente, en otro taller recibió críticas mucho más elaboradas que sí me han permitido pulirla.
Eso o tal vez en esta segunda ocasión, a diferencia de la primera, tenía yo una mente más abierta o receptiva.
Aunque para hacerla más creíble tuve que cambiar el final feliz por uno más trágico. Continúo pensando en lo que puede significar ese cambio en mi concepción del amor.
Los tatuadores me comentaron que el dibujo de la nave debía ser más grande para que pudiera llevar inscrita la palabra Paz. Preferí un diseño no tan grande.
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