sábado, 18 de abril de 2015

ARSENAL IDEOLÓGICO CONTRA LA HOMOFOBIA

La homofobia está a la orden del día. Y la cosa se pone peor cuando uno se cree todo ese discurso. 

¿Qué gay no se ha sentido desamparado?, ¿qué homosexual no ha tenido que enfrentar los prejuicios (ajenos y propios)? Madame Irmita Iztapalapa lo sabe, y por ello escribió el manual que decidí subir en la entrada del día de hoy (y que rescato de mi desaparecido blog Enseñando a la mosca a escapar del frasco).

Así que Irmita nos presenta su “arsenal ideológico para defenderse de la homofobia ajena... y de la propia, que a veces donde uno menos espera, salta la liebre.” El texto originalmente fue leído en el desaparecido programa radiofónico “Medianoche en Babilonia”, mismo que se transmitía en Radio Educación y que era conducido por Tito Vasconcelos. Posteriormente fue publicado en la revista Boys & Toys. Aunque yo ni lo escuché en ese programa ni lo leí en esa revista, me llegó por correo electrónico (tengo entendido que fue Martín Bonfil quien originalmente comenzó a compartirlo), y lo subo para que cumpla el fin con el que Irmita lo escribió: llegar a los ojos de los gays desamparados que tienen que enfrentar la discriminación y los prejuicios.


Crónicas de la Gente Decente 

Manual de defensa personal para el uso de gays desamparados[1]
Por Irmita Iztapalapa[2]


Irmita recuerda la escena: he ahí a nuestra dama, entonces una jovencita enfrentada a sus compañeros de clase en su primer asomo fuera del clóset y decidida a ser respetada... pero muerta de miedo ante las miradas inquisitivas, las preguntas capciosas, los comentarios condenatorios y -aún peor- ante las miradas socarronas de otros y otras homosexuales que, creyendo ser invisibles, la observaban a cierta distancia, es­candalizados por su osadía. ¡¿Cómo se atrevía a revelar su homosexualidad ante los normalísimos heterosexuales?! ¡Pero si eso debe permanecer oculto, porque es de mal gusto mencionarlo ante la gente decente, ya que es una falta de respeto!

Pero Irmita mencionó, aclaró y defendió su homosexualidad, a pesar de que el corazón quería salírsele del pecho y no siempre logró conectar muy bien la lengua con el cerebro; los nervios pueden ser muy traicioneros y el concepto más preciso, diáfano y contundente surge fragmentado y patético ante un juicio severo. ¡Y vaya que era severo! El principal beneficio de una educación decente consiste en aprender a condenar a los demás para poder sentirse superior.

Ya a solas en su casa, mientras bebía un té de tila para aplacar su taquicardia, Irmita pensó en las muchas cosas que debió haber dicho para rebatir algunas necedades conceptuales que tuvo que soportar. Pero al otro día, el sol, conforme a su costumbre, volvió a salir por el oriente... y con él, trajo a Irmita una nueva luz: la luz de su orgullo personal gay y, de ribete, le trajo la grata sorpresa de que muchos de los bugas con quienes había hablado decidieron convertirse en sus amigos y compañeros de ruta.

"¿Y qué pasó con los espectadores homosexuales?" pregunta uno de los dieciséis radioescuchas de Irmita. Pues nada. ¿Qué iba a pasar..? Decidieron darle la vuelta en lo sucesivo -que no fueran a sospechar algo de ellos- y continuaron en el clóset.

Con el tiempo y un librito, Madame Iztapalapa fue clarificando, documentando y puliendo sus capacidades argumentativas respecto a la homosexualidad y así reunió un arsenal ideológico para defenderse de la homofobia ajena... y de la propia, que a veces donde uno menos espera, salta la liebre.

Pero volvamos a nuestros días. Con regularidad digna de un reloj de cuarzo y de todos los confines locales y nacionales, llegan a Media noche en Babilonia cartitas y recados de chavos y chavas homosexuales, pidiendo orientación y ayuda ante la furia inquisitorial de sus parientes que están a punto de caerles en el numerito o bien ya les cayeron... y que deseando preservar la decencia familiar planean mandarlos con el médico, el psiquiatra o el cura para que les quiten las malas mañas y los hagan "entrar en razón"; incluso hay casos más radicales en que los parientes -en la mejor tradición de la caridad cristiana- los quieren correr de la casa para que no empañen el decoro doméstico con su desviada presencia. Estas misivas agobian y desvelan a Tito Vasconcelos y al gran reparto que integra este programa semanal de uno y otro lado del receptor. Cuando son leídas al aire, no falta algún espontáneo que se comunica a Radio Educación ofreciendo su apoyo moral, consejo u opinión. Los más cínicos llaman ofreciendo sus números de teléfono, supuestamente para "ofrecer consuelo" pero con ganas mal disimuladas de encamar al desamparado o desamparada, como si con esto bastara para que su problema desapareciera. ¡O tempora! ¡O mores!

Así pues, y recordando sus propias angustias y sofocones, Irmita quiere poner su granito de arena para orientar, aún mínimamente, a sus semejantes caídos en desgracia. Acudiendo a los archivos de su memoria, les regala unas cuantas frases útiles para combatir -con argumentos y según sea necesario- esa estupidez llamada homofobia doméstica. La ilustrada dama pasa, entonces, a redactar el siguiente:

Manual de defensa personal para el uso de gays desamparados

1. Soy homosexual desde siempre y nada puedo hacer para cambiarlo. Quien diga que puede es un mentiroso, un iluso o un ignorante.

2. No me rechaces por ser como soy. Mi homosexualidad no es un deseo de ofender ni de lastimar. Es mi orientación sexual natural y constituye un rasgo fundamental de mi personalidad. Es la manera que tengo de entregar mi afecto y de ejercer mi sexualidad y tengo tanto derecho a mi sexualidad como tú a la tuya.

3. Si a veces he deseado ser heterosexual o he actuado como si lo fuera, no es porque mi homosexualidad me haga infeliz sino porque creí que era la única manera de sobrevivir en medio del prejuicio y del odio generales. Me daña muy gravemente que los demás se sientan con derecho a hacerme objeto de su desprecio, burla y agresiones tan sólo porque soy diferente de ellos.

4. El asco, desprecio, horror y desconfianza hacia los homosexuales se llama homofobia. Una fobia es un rechazo irracional y, por lo mismo, una perturbación mental. Ya es tiempo de que sanes de ella. 

5. No soy un bicho raro: soy una persona como cualquier otra. En la medida en que me rechaces, me iré alejando de ti. Si soy tu familiar o amigo, no me conviertas en un extraño.

6. Hay homosexuales de todos tipos, edades, razas, nacionalidades y clases: nos encontrarás en el gobierno, las fuerzas armadas, la iglesia, las instituciones de enseñanza, las empresas públicas y privadas y en todas las profesiones y actividades. Aunque no lo creas, aproximadamente la quinta parte de la humanidad somos homosexuales.

7. Si todos y todas las homosexuales desapareciéramos del planeta, te sentirías muy mal: desaparecerían muchas de las personas que quieres o admiras y muchos de tus amigos y familiares. Es posible, incluso, que no hubieras nacido: muchos homosexuales han tenido hijos.

8. Si alguna vez me has dicho que me amas, demuéstramelo: ya era homosexual cuando me lo dijiste y yo te correspondí con mi cariño. No me entusiasma que me menciones lo mucho que me querrías "si yo fuera diferente". No tienes ningún derecho a exigirme ser como tú para que me consideres valioso o digno de tu afecto: eso se llama discriminación y es un delito.

9. No digas necedades como que me preferirías alcohólico, asesino o violador. Si en tu familia deseas asesinos, alcohólicos o violadores, no me consideres pariente tuyo. Yo aspiro a ser una persona productiva y útil, digna de confianza y de respeto. Tus comparaciones me ofenden y me agreden.

10. Si quieres que te respete, tú también tendrás que respetarme. El respeto es la capacidad de considerar el valor de los demás y no tiene importancia cuando no es mutuo.

11. Yo sé que la iglesia católica -y muchas otras que se dicen cristianas- condenan las relaciones homosexuales. También condenan las relaciones prematrimoniales, el adulterio, el sexo oral, la masturbación, la literatura erótica y, en general, todo lo relacionado con el sexo. Igualmente prohiben la ordenación sacerdotal de las mujeres, el uso de condones, el aborto, los anticonceptivos y la evasión de impuestos, entre muchas otras cosas. En cambio, permiten y aprueban la guerra y la pena de muerte. Si realmente quieres seguir las enseñanzas de Cristo, no confundas su mensaje con las necedades de aquellos que pretenden hablar en su nombre.

12. Muy pocos médicos, psicólogos y psiquiatras están capacitados para entender y valorar la sexualidad humana, ya que sus programas de estudio no la incluyen. No me pidas ponerme en manos de ignorantes. Si quieres entender mi homosexualidad, acude tú con un sexólogo.

13. Hay muchas teorías que tratan de "explicar" el origen de la homosexualidad. Ninguna ha logrado acertar porque los científicos que las formulan parten de la idea de que es una alteración de la conducta, de la biología o la falta de algo. No soy una enfermedad ni un defecto: soy una persona. ¿Tú por qué eres heterosexual? ¿Te lo has preguntado alguna vez?

14. Antes de usar términos como "aberrante", "desviado", "anormal" o "depravado", consulta un diccionario. No hagas gala de tu ignorancia.

15. Nadie es "culpable" de que yo sea homosexual. Yo no "me volví" homosexual porque alguien "me pegara" sus mañas. Si las preferencias sexuales fueran contagiosas, todos seríamos heterosexuales porque ustedes son mayoría. Ni tú ni nadie se volverá homosexual por convivir conmigo.

16. Las historias que has oído o leído acerca de que los homosexuales somos violadores de niños son falsas. Más del 80% de los violadores de menores de edad son heterosexuales, y te lo pueden comprobar en cualquier oficina de defensa de derechos humanos o en cualquier juzgado penal.

17. No soy homosexual porque aún no haya encontrado a "la persona adecuada" del otro sexo. No me atrae ni me interesa tener relaciones sexuales con personas de sexo diferente al mío, así como a ti no te atrae el tenerlas con alguien de tu mismo sexo. Tampoco ando persiguiendo heterosexuales: prefiero relacionarme emotiva y sexualmente con una persona homosexual de mi mismo sexo.

18. No tengas temor de preguntarme lo que sea acerca de mi vida sentimental o sexual y, en general, de mis aspiraciones como persona. Yo estoy deseando que me conozcas mejor y, comunicándonos, te sorprenderás de lo parecidos que somos.

19. No estoy pidiéndote que me entiendas y me toleres, sino que me comprendas y me aceptes. Tolerar es indigno porque la tolerancia es un repudio disfrazado de buena voluntad.

20. Finalmente, no dudes de mi afecto por ti... y no me hagas dudar del tuyo convirtiéndome en tu enemigo. Mi vida es buena y valiosa y tengo que vivirla tal cual es, incluso a pesar de ti.

Con amor gay, Irmita Iztapalapa.

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