miércoles, 31 de diciembre de 2014

EXPULSIÓN

Había una vez un angelito chaquetero. Su deber era cuidar a un escuincle de 10 años que ya a su corta edad era un gandallín. Pero el angelito nunca cumplía con su misión porque cuando no se la estaba jalando o acariciando, estaba pensando en hacerlo. Su pirrín estaba colorado de tantas chaquetas pero ni así se estaba en paz. Sufría mucho porque su mayor anhelo era que alguien le chupara su pitito y nadie le hacía el favor. Un día, después de pensarlo mucho, se atrevió a pedírselo al niño gandallín y lo único que obtuvo fue un madrazo que le dejó el ojo morado por varios días. ¡Pobrecito del angelito chaquetero! Ya resignado intentaba chuparse su verguita él mismo, pero por más esfuerzo que hacía no se la alcanzaba. El niño iba a la escuela sin su ángel de la guarda, lo dejaba frotándose su tripita. Cuando gandallín regresaba el angelito continuaba en lo mismo, y todo el día el niño gandallín entraba y salía de su cuarto y de su casa y su angelito seguía sin descanso. Tal vez por eso el niño era tan gandalla. El angelito no lo cuidaba, ni lo regañaba, ni lo aconsejaba como se le había encomendado. “Ya déjate ahí, con tanta chaqueta vas a quedar pendejo” le decía el niño gandallín y parecía que le hubieran dicho que se la jalara más fuerte. ¡Pobrecito del angelito chaquetero! Era su vicio y nada podía hacer. Día y noche no hacía más que chaquetear y chaquetear. Un día Dios lo mandó llamar. No sin preocupación el pequeño ángel acudió al reino celestial. El Altísimo le dijo que si continuaba así y que si no cuidaba al niño gandallín, lo mandaría a la chingada -al angelito chaquetero, no al niño gandallín por supuesto-. Pero tan grande era su vicio que mientras Dios lo reprendía, continuaba chaqueteando, y se aguantaba la pena por tener su pito tan chiquito pues pensaba que Dios por ser Dios tendría un pitotote, pero sus ganas eran más fuertes que cualquier pudor. ¡Pobrecito del angelito chaquetero! Realmente lo intentó, se esforzó por interesarse en los asuntos del niño gandallín. Lo comenzó a acompañar a la escuela pero fue terrible, gandallín lo buscaba cuando se le perdía de vista y el angelito estaba debajo del escritorio de la maestra haciendo lo único que sabía hacer. Y los demás niños y ángeles de la guarda se reían hasta las lágrimas. Ni cien mil patadas consiguieron hacerlo reflexionar. No había poder que hiciera que el angelito de la guarda dejara de ser un angelito chaquetero. Finalmente el niño gandallín se acostumbró, así, mientras él jugaba fútbol o canicas o carritos, el angelito a pocos metros se frotaba su cosita. ¡Pobrecito del angelito chaquetero! Ya Dios se lo había advertido, o dejaba de chaquetear o lo mandaría a la fregada. Pero era más fácil que el niño gandallín dejara de ser un niño gandallín que el angelito chaquetero dejara de ser un angelito chaquetero. Diosito cumplió su amenaza de castigarlo porque Diosito siempre cumple sus amenazas de castigo. Las súplicas del angelito no se hicieron esperar. Pero nada pudo conmover al Creador. Lo mandó a la Luna y desde entonces está ahí, sentado en completa soledad haciéndose una eterna chaqueta. ¡Pobrecito del angelito chaquetero! Se la restriega sin descanso mirando tristemente al lugar de donde fue expulsado. El niño gandallín tiene un nuevo protector y de chaquetín ya ni se acuerda. Chaquetín a veces piensa en gandallín y hasta lo extraña. En ocasiones llora de pensar que estando en la Luna nadie le chupará su pitito. Los astronautas que a veces van ya no lo pelan ni se la pelan. Me imagino la tristeza que ha de sentir de estar solo allá en la Luna, mirando nostálgicamente a la Tierra mientras se frota su verguita. ¡Pobrecito del angelito chaquetero!


lunes, 29 de diciembre de 2014

La Biblia, la homosexualidad y la homofobia

Para que no te dejes sorprender por cualquier payaso.

La declaración en la Primera Epístola a Timoteo, según se relata en las versiones de la Biblia en idioma inglés, como Living Bible, New American Standard Bible, New International Version Bible y otras, no podría ser más clara: aquellos que "practican la homosexualidad" no heredarán el reino de Dios. Pero la traducción es extraña, en parte porque el término “homosexual” ni siquiera existió sino hasta más de 1,800 años después de la fecha en que se supone que se escribió esa Epístola. Entonces, ¿cómo llegó al Nuevo Testamento? Sencillo: los editores de estas Biblias modernas simplemente lo inventaron. Al igual que muchos traductores y autores antes que ellos, tenían una convicción religiosa, algo que querían decir que no estuviera establecido en el texto original con la suficiente claridad para su gusto. Por ello, manipularon frases para reforzar sus convicciones.

El versículo bíblico original en koiné se utiliza la palabra ρσενοκοῖται, que ha sido traducida como "homosexual." En la Biblia en latín, el término usado fue masculorum concubitores. En la versión del rey Jacobo, dicho término se tradujo como "aquellos que se profanan con varones." Quizás eso representa a los varones que tienen relaciones sexuales con otros varones, o quizás no.


Lo siguiente que hay que verificar es si la Primera Epístola a Timoteo se basó en una falsificación. Y la respuesta es un sí rotundo. En 1807, un erudito alemán llamado Friedrich Schleiermacher publicó una Epístola en la que señalaba que en la Primera Epístola a Timoteo se utilizaban argumentos que entraban en conflicto con otras de las Epístolas escritas por Pablo. Además, en la Primera Epístola a Timoteo se atacan las falsas doctrinas, pero no se trata de las falsas doctrinas que prevalecían en la época en que Pablo escribió sus Epístolas; en lugar de ello, se asemejan más a las creencias de los Gnósticos, una secta que no existió sino hasta mucho tiempo después de la muerte de Pablo. Y en ocasiones, quienquiera que haya escrito esta Epístola utiliza las mismas palabras que Pablo, pero con significados completamente distintos. La mayoría de los estudiosos bíblicos están de acuerdo en que Pablo no escribió la Primera Epístola a Timoteo.

Sin embargo, supongamos por un momento que la Primera Epístola a Timoteo fue escrita por Pablo, y que "profanarse" hace referencia a la homosexualidad. En tal caso, los cristianos evangélicos y los literalistas bíblicos todavía tienen un gran problema en sus manos. Contrario a las creencias de muchos fundamentalistas, aparte del énfasis en los 10 Mandamientos, los pecados no están clasificados. En el Nuevo Testamento no se afirma que la homosexualidad es el más atroz de todos los pecados. No, cada pecado es igual en cuanto a su importancia para Dios. En la Primera Epístola a Timoteo, Pablo, o quien quiera que la haya escrito, condena a los desobedientes, a los mentirosos y a los borrachos. En otras palabras, para los evangélicos que quieran usar este libro de la Biblia para condenar la homosexualidad, la mayoría de los miembros de las fraternidades universitarias de Estados Unidos están cometiendo pecados tan graves como ser gay. Pero pocas veces se entera uno de padres que echan de la casa a sus hijos por beber hasta la inconsciencia los sábados por la noche.

Completo aquí.

domingo, 28 de diciembre de 2014

Salir del closet 1

Hablan el sexólogo Luis Perelman, la activista y presidente de Familias por la diversidad sexual Miriam Ángel e Iván Gómez, quien coordina Jóvenes LGBTTTI México.

La mejor de nuestras vidas

Para Ray Bradbury literatura y vida son sinónimos. Escribió que “Uno tiene que mantenerse borracho de escritura para que la realidad no lo destruya. Porque escribir facilita las recetas adecuadas de verdad, vida y realidad, que permiten comer, beber y digerir sin hiperventilarse y caer en la cama como un pez muerto”.

Y aunque llegó a afirmar que la ciencia ficción era tan sólo la tercera parte de su trabajo como escritor, sus Crónicas marcianas están entre las obras más entrañables del genero.


¿Y qué es la ciencia ficción para el autor de Fahrenheit 451?

“La historia entera de la humanidad consiste en solucionar problemas; la ciencia ficción devora ideas, las dirige y nos dice cómo sobrevivir. Una cosa acompaña a la otra. Sin la fantasía no hay realidad. Sin estudios sobre pérdidas no hay ganancias. Sin imaginación no hay voluntad. Sin sueños imposibles no hay posibles soluciones... toda ciencia ficción es un intento de resolver problemas mientras se finge mirar para otro lado. En otro lugar he descrito este proceso literario como el enfrentamiento de Perseo con la Medusa. Con los ojos en la imagen de Medusa reflejada en su escudo de bronce, mientras finge desviar la mirada, Perseo lanza el brazo por sobre el hombro y decapita al monstruo. Así la ciencia ficción simula futuros a fin de curar perros enfermos en los caminos de hoy. El tropo lo es todo. La metáfora es el remedio... Al parecer, pues, somos todos niños de ciencia ficción que soñamos nuevas formas de supervivencia...”

Investigando sobre aquellas obras de ciencia ficción en las que se abordara la homosexualidad, encontré la siguiente historia de Bradbury, merece mencionarse aunque no pertenezca al género mencionado.

¿Cuánto tiempo dura la felicidad? ¿Cuánto tiempo dura el amor? ¿Cuántas veces podemos amar? De todo ello y de la preocupación por el futuro trata "La mejor parte de la sabiduría", historia que aparece en Mucho después de medianoche, antología –publicada por Editorial Minotauro- que contiene 22 cuentos de Bradbury.


La habitación era como un hogar grande y caluroso, iluminada por un fuego invisible, cómoda... 
Despacio, el lugar se llenaba, se vaciaba y volvía a llenarse de música. Una sola lámpara de limón alumbraba en un rincón lejano, iluminando paredes pintadas de un veraniego color amarillo...
Entrando en la habitación sin hacer ruido, uno podría no advertir a los dos hombres, tan quietos estaban.
Uno recostado en el sofá blanco puro, con los ojos cerrados. El segundo acostado de manera que el regazo del otro le servía de almohada. También tenía los ojos cerrados, escuchando. La lluvia tocaba las ventanas...


Un anciano visita a su nieto, un joven de nombre Tom.

-Yo... –dijo el abuelo- he estado ante esa puerta durante cinco minutos...
-¿Cinco minutos? –gritaron los dos jóvenes, muy alarmados.
-...pensando si debía llamar. Oí la música, ves, y finalmente me dije, maldita sea, si hay una muchacha con él, puede arrojarla por la ventana a la lluvia o mostrar sus encantos al viejo. ¡Al diablo!, dije, y golpeé, y –tiró al suelo la maleta vieja y golpeada- no hay ninguna joven aquí, por lo que veo... o, por Dios, la has asfixiado en el armario, ¡eh!
-No hay ninguna joven, abuelo. –Tom dio una vuelta en círculo, extendiendo las manos para mostrar.
-Pero... –El abuelo miró el suelo pulido, los tapetes blancos, las flores brillantes, los atentos retratos de las paredes.- Entonces ¿te ha prestado la casa?


La manera en que la casa está decorada llama la atención del abuelo:

Pero el viejo, atónito, no hablaba, mirando uno a uno los cuadros de la pared.
-Un gran cuadro, ése.

-Los hizo Frank.
-Aquella es una magnífica lámpara.
-La hizo Frank.
-¿La alfombra que hay en el suelo...?
-Frank.
-Jesús –susurró el viejo-, es un maníaco del trabajo, ¿verdad?
En silencio anduvo arrastrando los pies por la habitación como quien visita una galería.
-Parece que sí –dijo-, el sitio está absolutamente repleto de talento artístico...


El anciano observa un retrato de Tom y es entonces que capta que no sólo eran amigos aquellos dos, Bradbury escribe:

-Frank Davis. ¿Ese eres tú, muchacho? ¿Tú hiciste este cuadro?
-Sí, señor –dijo Frank en la puerta.
-¿Hace cuánto tiempo?
-Hace tres años, creo. Sí, tres años.
El viejo asintió despacio, como si esa información completara el gran rompecabezas, un desconcierto continuo.


Es la muerte la responsable de aquella visita:

-Ah, Tom, Tom, ¡qué agradable verte! –dijo el abuelo-. Dublín te ha echado de menos estos cuatro años. Pero, diablos, me estoy muriendo. No, no me preguntes cómo ni por qué. El médico, maldito sea, tiene la información, y me la descerrajó entre ceja y ceja. Así que me dije, en vez de que los parientes suelten el dinero para venir a despedirse del viejo caballo, ¿por qué no haces tú mismo la gira de despedida y estrechas manos y empinas copas?...

Y en la madrugada la vida perturba al anciano:

A eso de las dos de la mañana, el viejo se despertó de repente.
Miró alrededor en la oscuridad, preguntándose donde estaba, y entonces vio las pinturas, las sillas tapizadas y la lámpara y las alfombras que Frank había hecho, y se incorporó. Cerró los puños. Entonces se levantó, se vistió y se tambaleó hacia la puerta como si temiera no poder llegar antes de que ocurriese algo terrible.
Al cerrarse la puerta Tom abrió los ojos de golpe.
En algún sitio, en la oscuridad, alguien llamaba y gritaba, desafiando los elementos, alguien gritaba blasfemias a voz en cuello, diciendo Dios y Jesús y Jesús y Dios, y finalmente hubo unos golpes, unos golpes frenéticos como si alguien estuviera pegando a una pared o a una persona.
Después de un rato largo el abuelo volvió a la habitación, empapado hasta los huesos.
Tambaleándose, mascullando, farfullando, el viejo se quitó la ropa húmeda delante del fuego sin fuego, luego tiró un periódico en los carbones, que ardieron brevemente mostrando un rostro que se relajaba pasando de la furia al aturdimiento. El viejo encontró y se puso la bata desechada de Tom. Tom mantuvo los ojos apretados mientras el viejo alargaba las manos hacia la menguante llama, chorreadas de sangre.
-Maldición, maldición, maldición. ¡Eso! –Se sirvió whisky y lo bebió de un trago. Parpadeando miró a Tom y las pinturas de la pared y de nuevo a Tom y las flores de los jarrones y entonces bebió de nuevo. Después de un rato largo, Tom fingió despertarse.
-Pasa de las dos. Necesitas descansar abuelo.
-Descansaré cuando haya terminado de beber. ¡Y de pensar!
-¿Pensar en qué, abuelo?


Y esa madrugada el joven y su abuelo deciden hablar de aquello que les inquieta:

-Abuelo –dijo Tom, por fin, casi como un niño que se acerca a buscar el castigo o el perdón por un pecado todavía no identificado-, ¿te preocupo?
-No. –Entonces el viejo agregó:- Pero ¿qué hará la vida contigo, cómo te tratará, bien o mal... de noche, tarde, me siento en la cama pensando en eso.
El viejo se sentó. El joven lo miraba con ojos muy abiertos y entonces, como si le leyera los pensamientos, dijo: -Abuelo, soy feliz.
-¿De veras lo eres, muchacho?
-Nunca en mi vida había sido tan feliz.
-¿Sí? –A través del aire oscuro de la habitación, el viejo miró aquella cara joven.- Ya lo veo. Pero ¿continuarás siendo feliz para siempre, Tom?
-¿Acaso alguien continúa siendo feliz para siempre, abuelo? Nada dura tanto, ¿verdad?
-¡Cállate! ¡Tu abuela y yo, eso sí que duró!
-No. No fue siempre lo mismo, ¿verdad? Los primeros años fueron una cosa, los últimos años otra.
El viejo se puso una mano sobre la boca y luego se masajeó la cara, cerrando los ojos.
-Dios, sí, tienes razón. Hay dos, no, tres, no, cuatro vidas, para cada uno de nosotros. Ninguna de ellas dura, es cierto. Pero pensar en ellas, sí. Y de las cuatro o cinco o una docena de vidas que vives, una es especial. Recuerdo que una vez...
La voz del viejo se entrecortó.
-¿Una vez, abuelo? –dijo el joven.


A continuación el abuelo narra una de sus vidas, la mejor, la que recuerda con mayor emoción, ¡y no es con la abuela!

Una vez que narra todo aquello:

El viejo se quedó callado. Después de un rato, agregó:
-La parte mejor de la sabiduría, dicen, es la que se calla. No diré más. Ni siquiera sé por qué he dicho todo esto.
Tom estaba acostado en la oscuridad. –Yo lo sé.
-¿De veras, muchacho? –preguntó el viejo-. Bueno, dímelo. Algún día.
-Algún día –dijo Tom-. Algún día te lo diré.
Escucharon como la lluvia tocaba las ventanas.
-¿Eres feliz, Tom?
-Ya me lo preguntaste antes.
-Te lo pregunto de nuevo. ¿Eres feliz?
-Sí.
Silencio.
-¿Es verano en la orilla, Tom? ¿Son los siete días mágicos? ¿Estás borracho?
Tom no respondió durante un largo rato, y entonces lo único que llegó a decir fue “abuelo” y asintió una vez con la cabeza.
El viejo estaba sentado en la silla. Podría haber dicho, eso pasará. Podría haber dicho, no durará. Podría haber dicho muchas cosas. Pero lo que dijo fue: -¿Tom?
-¿Señor?
-¡Cristo! –gritó el viejo de repente-. ¡Cristo, Dios Todopoderoso! ¡Maldita sea! -Entonces el viejo calló y su respiración se calmó.- Eso. Es una noche de locos. Tenía que soltar un último grito. No tenía más remedio, muchacho.
Y por fin durmieron, mientras la lluvia caía rápidamente.

viernes, 26 de diciembre de 2014

LOVECRAFT Y LA HOMOSEXUALIDAD

Howard Phillips Lovecraft es el creador del llamado “horror cósmico”, una conjunción de ciencia ficción, mitología y horror.

Según el mismo Lovecraft: “Todas mis narraciones, aun cuando no guarden relación entre sí, se basan en la tradición o leyenda según la cual este mundo estuvo habitado en épocas anteriores por otra raza que, como consecuencia de las prácticas de magia negra, perdió su dominio y fue expulsada, pero vive en algún lugar del exterior dispuesta en todo momento a volver a adueñarse de la Tierra.”

La Editorial Valdemar publicó la biografía que sobre H. P. Lovecraft escribiera L. Sprague de Camp.


Según leemos, la madre de Howard se sintió decepcionada por haber traído al mundo a un varón, por ello es que se empeñó en tratarle como a una niña; sobre “los intentos de su madre por feminizarle”, Sprague de Camp escribe en el primer capítulo:

Susie Lovecraft había deseado ardientemente tener una niña; había empezado un arca de vestidos para cuando esto sucediera. De ahí que favoreciese persistentemente las características de su hijo que consideraba femeninas. Le vestía con ropas estilo Lord Fauntleroy, y trataba deliberadamente de feminizarle. De pequeñito, Lovecraft insistió durante algún tiempo: “Soy niña”. Susie le hizo llevar bucles hasta los seis años, aunque él empezó a quejarse de ellos a la edad de tres. Durante algún tiempo, Susie le apaciguó mostrándole retratos del siglo XVIII del Spectator, que representaban a hombres maduros con cabello largo y calzón corto, como él. Aquí se inició su inveterado entusiasmo por el barroco, aunque no se reconcilió con los bucles. Por último, al cumplir los seis años, Susie tuvo que ceder a sus quejas. Llorando amargamente, le cortó el pelo. A partir de entonces, cosa extraña, evitó todo contacto físico con el chico, y decía a la gente que era feo. Mucho tiempo después, Lovecraft confesó a su esposa que la actitud de su madre hacia él había sido “devastadora”.

¿En qué sentido había resultado devastadora? ¿Influyeron estas experiencias en su vida sexual? ¿Era Lovecraft homosexual, bisexual o asexual?, ¿qué pensaba de la homosexualidad?

En el capítulo Amante Vergonzoso podemos leer las especulaciones que se han hecho sobre la vida sexual de Lovcraft. Cuenta Sprague de Camp:

La cuestión de la sexualidad de Lovcraft ha despertado mucho interés. Algunos escritores le han calificado de “asexual”. Otros han supuesto que pudo ser homosexual, al menos en sentido latente. Han citado su indiferencia hacia las relaciones heterosexuales, la ausencia de mujeres en sus relatos, cuyos personajes principales son mayormente un solitario narrador masculino y un amigo íntimo, y sus muchas amistades con hombres más jóvenes, algunos de los cuales o bien eran abiertamente homosexuales o bien tenían tendencias en ese sentido. Sin embargo, el término “homosexualidad latente” es vago y resbaladizo. Además la acusación de “tendencias homosexuales latentes” se ha vuelto tan brumosa que se ha atribuido a casi todo personaje notable cuya vida amorosa se aparta de lo normal... Prácticamente hablando, no estuvo sometido a influencias sexuales hasta que conoció a Sonia.

Antes de transcribir lo que pensaba el autor de El horror de Dunwich sobre el homoerotismo, veamos en qué momento de su vida lo descubrió.

“De hecho –aunque naturalmente siempre he sabido que la pederastia era una desagradable costumbre de muchas naciones antiguas-, jamás había oído hablar de homosexualidad como instinto real hasta cumplidos los treinta años... Cuando los chicos hablaban o se comportaban de manera sucia, podía haberles enseñado más de lo que ellos querían decirme a mí, aunque (tal era el estado de la formal medicina victoriana) mis conocimientos se limitaban enteramente al sexo normal. Fui de edad madura y hombre casado, antes de oír hablar por vez primera de la existencia de una homosexualidad instintiva...”

Sobre la atracción sexual entre personas del mismo sexo escribió:

“Por lo que se refiere al homosexualismo, la primera y fatal objeción contra él es que es naturalmente... repugnante a la abrumadora mayoría de la humanidad... Por ejemplo, yo odio tanto el adulterio físicamente normal (que es una traición ruin y despreciable) como la pederastia; pero mientras puedo gozar (físicamente) o ser tentado hacia el adulterio, decididamente no puedo pensar en el estado anormal sin que me produzca náuseas.”

Sprague de Camp afirma que Lovcraft no era un homosexual de clóset y que lo que escribió se correspondía realmente con lo que pensaba:

Que esta era la sincera opinión de Lovecraft lo confirma la carta que escribió a Robert Barlow el último año de su vida. Como varios de los jóvenes protégés de Lovecraft, Barlow era homosexual activo. Lovecraft parece que no llegó a enterarse nunca de la desviación de su joven amigo. En la carta en cuestión, Lovecraft criticaba un relato que Barlow había escrito sobre un artista que cobra gran afecto hacia un púgil. Lovecraft encontraba esto inverosímil:

“'No existe el más mínimo motivo por el que un artista sano y maduro pueda desear ver o hablar con un pugilista barato y mediocre. Y si alguna trágica enfermedad o malformación confiriese al artista un interés anormal, se pasaría naturalmente la vida luchando por extirpar la enfermedad... no exhibiéndola o alentándola como podría hacer un sujeto de grado inferior.'

Por lo que sabemos, la homosexualidad en Lovecraft, como la sífilis hereditaria, parece ser tan improbable que, aunque no completamente refutable, sí puede ignorarse sin más. Lo notable es el hecho de que, considerando su singular educación y los intentos de su madre por feminizarle, no se convirtiese en abierto homosexual...

Pero a Lovcraft no sólo le resultaba enferma o repugnante esta forma de vivir la sexualidad, la sexualidad misma le resultaba desagradable:

Cuando Cook publicó un relato inofensivo sobre la modelo de un artista que posaba desnuda, Lovecraft escribió una carta larga y acalorada, atacando a Cook por este "horrible ejemplo de decadencia del pensamiento y de la moral... el erotismo pertenece a un orden inferior de los instintos y es una cualidad más animal que notablemente humana... En cuanto a las inhibiciones puritanas, las admiro cada día más. Son intentos de hacer de la vida una obra de arte."

Aunque Lovecraft mantuvo su propia vida sexual dentro de unos límites estrechos y rígidos, descartó muy pronto toda idea de imponer su moral a los demás:

“Meditando sobre el origen de mis opiniones, me preguntaba a mí mismo hace poco si no serán demasiado apresuradas mis ideas antieróticas; debido a un mero prejuicio subjetivo, más que a una observación exacta o impersonal...”

jueves, 25 de diciembre de 2014

Homofobia y libertad de expresión

Hace unos días, en Facebook comenzaron a compartir un video en el que un payaso hace comentarios homofóbicos:



Las reacciones en contra de las afirmaciones del payaso no se hicieron esperar, lo cual no me parece mal. El problema es que algunas personas consideraron que había que hacer callar al payaso.


Yo no me mostré de acuerdo, como se ve en las siguientes imágenes.


Las respuestas fueron:


Expliqué mi punto:



Entré al perfil del payaso y había quien le advertía que sería denunciado ante la CONAPRED.

Hace tiempo, el conductor de un programa de televisión hizo comentarios homofóbicos (habló, entre otras cosas, de "demencia animal" cuando le dijeron que en diversas especies se han observado conductas homosexuales y le quitó la palabra a la invitada que había comenzado a hablar de diversidad sexual), muchas personas pidieron que el conductor saliera del aire, lo cual no sucedió; más bien sus jefes lo felicitaron por causar tanto revuelo.

La libertad de expresión debe tener límites, el problema es establecerlos. Ciertos límites le podrán parecer adecuados a algunos, a otros demasiado estrechos. Pero si todos calláramos a quienes dicen cosas que nos desagradan, tendríamos que permanecer en silencio.

El payaso del video tiene derecho a expresar su homofobia, lo cual no significa que no pueda ser criticado. La homofobia debe combatirse con información, no censurando o callando a los homofóbicos. Se combate exhibiendo la ignorancia, la desinformación o los prejuicios.

Es posible que los límites en cuanto a la libertad de expresión deban examinarse en cada caso particular (¿cuándo y en qué circunstancias puede alguien expresar sus ideas racistas, machistas, homofóbicas, etc.), pero, en términos generales, las personas homofóbicas deben tener derecho a expresar su homofobia.  ¿Tú qué piensas?

¿Te gusta el látex, cielo?

Es una novela corta de la escritora chiapaneca Nadia Villafuerte.

Las historias de Villafuerte tratan de migrantes, personas acosadas por la miseria, el amor, el desamor, las traiciones, los fracasos, el dolor, los deseos de venganza o redención por medio de la muerte.

Helena, quien antes de trabajar en El Bombay no llevaba la H en su nombre, es una prostituta. Es “reclutada” por Glenda, el travesti dueño de El Bombay, lugar que heredó de sus padres como restaurante, posteriormente él/ella le dio el “pequeño” giro al establecimiento.

Para la protagonista “ser puta había consistido más en hacerse tramposa que en desnudarse. Se paseaba por los pasillos del Bombay como un ángel infeliz capaz de pegarse a cada rato, con resistol, las alas.”


Duda de todo cuando ese todo esté saliendo demasiado bien. Tal parece ser la terrible y cruel enseñanza de esta historia. Pero no es la única.

A veces hay que arrojar nuestros sueños al bote de basura. ¿Otra lección más? “en cualquier parte buscamos la oportunidad de tirar al de arriba para poder comprar unos zapatos un poquito más caros.”

Lecciones y más lecciones. Y cada vez más cruentas, a fin de cuentas, la vida pocas veces es amable...

Helena reflexiona: “es que sale cada tipo que cree que una puede aceptar lo que sea por dinero... Lo peor es que es cierto.” Helena exigiendo honestidad a sus compañeras de trabajo: “no sean hipócritas, brincos dieran por tener un cúter y ensartárselo a sus madrecitas, no vengan con que las extrañan...”

Helena había descubierto su vocación desde pequeña, es decir, algo le decía que había nacido para putear. “El destino, escrito o no, era irreversible: se lo decía la punzada en sus tetas cuando le crecieron, el calor sensual de la costa, ese cosquilleo que sintió al escuchar por primera vez a su madre: terminaría igual, de putilla infeliz como le dijo el borracho aquel, o de puta con categoría en alguna cantina de ciudad grande. Supo que había sacado lo piruja y lista porque no se quedaría ahí, y fue entonces cuando de pronto, caída del cielo, bajó esa mujer que tenía una actitud rara, indefinible, incluso cuando algo intuyó entre las cortinas del primer hotel donde se quedaron, escuchando a Glenda bañarse. Ya tenía mala sangre, como la leche agria de los hombres que la montaban. Nunca había creído en el amor (...) Definitivo, no creía en las mujeres que dormidas sobre el pecho de sus machos, obtenían la promesa de matrimonio, ese requisito en el que de todas maneras se entregaba el coño envuelto en una tela de fino encaje.”

Instigada por Antero Rojas, Helena asesina a Julio Nazar. Ambos políticos. Rojas recurre a Helena porque a Nazar –a pesar de estar casado- le gustaba ir de putas; además, de esa forma sería más fácil deshacerse de cualquier evidencia que pudiera señalarlo como culpable.

“¿Es de esos que, si se encela, es capaz de ensartar un cuchillo en las nalgas?”, preguntó Rojas a Helena, se trataba de una información valiosa acerca de Glenda. Así fue como el plan comenzó a tomar forma.

Helena finge ante Glenda: “¡Me humilló! Ese cabrón al menos se va a acordar de mí antes de que me chingue, si de todos modos me deporta, al menos va a quedarse con una cicatrizota como la que me hizo... ¡Lo voy a madrear, lo voy a hacer yo, me vas a ayudar, cómo diablos no, una navaja y voy a ensartársela en la cara!”

Helena miente. Le asegura a Glenda que Nazar, además de golpearla, le ha marcado el rostro con una navaja. La herida, a petición de ella, se la hizo Rojas. Tenía que ser convincente. Helena, a fin de cuentas sabía mentir bien.

El plan consistía en provocar el enojo de Glenda, de forma que entre las dos le dieran una golpiza a Nazar. Bueno, Helena tiene en mente que “se les pase la mano”.

Helena lo hacía para asegurarse un futuro mejor. “¿Sabes cuánto es mucho dinero?”, le preguntó Rojas. A Helena le brillaron los ojos.

Helena debía confiar en Rojas, y Rojas en Helena. “¿Cómo se que me vas a cumplir?”, pregunta Helena. Rojas responde: “¿Y cómo sé que no te vas a rajar? Porque si te rajas, óyeme bien, esa boca preciosa que tienes, ya no me la va a chupar.”

Helena traicionará a Glenda, pero Helena será traicionada por Rojas.

Al final de su novela corta, Villafuerte reconoce su deuda de gratitud con varios escritores, entre ellos Ed. Wood Jr.

El travesti dueño del Bombay se llama Genaro, a veces le llaman Glen, a veces Glenda.

"Glen o Glenda" es el título de una cinta dirigida por Ed. Wood Jr, dicha cinta trata el tema del travestismo. Wood ha sido llamado el peor director en la historia de la industria cinematográfica (título que se disputa con Juan Orol). El mismo Wood dirigía sus cintas travestido.

En 1994 Tim Burton le rindió un homenaje a Wood al dirigir una película sobre su vida. Johnny Depp interpretó al excéntrico director de cine. La cinta -específicamente- muestra la forma en que Wood filmó Plan 9 del espacio exterior.


Burton ha dicho que es muy delgada la línea que separa al éxito del fracaso, de Plan 9 se ha dicho que es la peor película de la historia, sin embargo -nota Burton- hoy ganas premios filmando películas así.

Aquí más sobre Nadia Villafuerte.

Nomás no me quiten lo poquito que traigo

Se trata de un texto corto de Eduardo Antonio Parra, éste aparece en su antología Tierra de Nadie. Es autor de una novela sobre el Benemérito de las Américas: "Juárez. El rostro de piedra." También es autor de Los límites de la noche, Nostalgia de la sombra, Sombras detrás de la ventana y Parábolas del silencio (historias de putas y putos, tráfico de droga, traición, asesinato, violencia, desesperanza). 

¿Qué nos cuenta Eduardo Antonio Parra en Nomás no me quiten lo poquito que traigo?


Fue una estúpida y lo supo de inmediato. “Pendeja, de lo que se trataba era de coger, dejarlos bien exprimidos y contentos y después largarse muy oronda a esconder el dinero debajo del colchón.”

Pero su error era comprensible: Estrella sólo tenía dieciocho años y a penas tres meses en la calle vestida de minifalda, tacón y blusa ombliguera.

Un caballero elegante, bien parecido y de buenos modales la llevó al lujoso departamento de un edificio que parecía la torre de un castillo. A través de los ventanales se veía toda la ciudad. Y sólo tuvo que bailar mientras se desnudaba. El caballero sólo quería observarla. “Cuando llegó el momento de completar el desnudo titubeó, pues no quería mostrar ese miembro flácido que le daba tanta vergüenza y que siempre trata de ocultar con bragas de refuerzo doble. Sin embargo, una desesperación vibrante en la voz del hombre la hizo darse cuenta de que eso era precisamente lo que él deseaba ver. Reprimió los escrúpulos y pensó en cualquier cosa para no imaginar cómo se vería con sus senos siliconeados y su verga infantil, hasta que con un sonoro resuello el caballero acabó de masturbarse en un rincón oscuro de la habitación.” Eso había sido todo. Así de fácil había obtenido hartos billetes.

Pero había cometido el error de mencionar lo del dinero. “Háganme lo que quieran, nomás no me quiten lo poquito que traigo.” A los polis les cambió la expresión, a fin de cuentas se habían acercado sólo buscando que el “putito” les hiciera un trabajito.

Y he ahí a Estrella, en la patrulla, en medio de los dos polis que sabían lo del dinero. Así es como se dirigen a un lugar desolado. Teme ser despojada del dinero, pero también le excitan los dos policías. 

Una vez debajo de la patrulla, comienzan a desnudarla violentamente. La linterna de uno de los polis se dirige a la ropa interior de Estrella, hay en ésta un dobladillo de billetes verdes. “Son para mi operación”, balbucea. “Ah, chingá, ¿pos a poco estás enferma?”, se burla uno de los polis. “Por favor no me lo quiten. Son para...”, trata de explicar la puta. “Eran, preciosa.”, le informan los uniformados.

Así es como Estrella aprenderá una lección: “¿Cuántas veces le han advertido las otras que con la ley chitón, sí señor, lo que usted mande, ya sabe que estoy para darle gusto?”

Aquí algunos datos sobre Eduardo Antonio Parra.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Valores de una familia gay

Bryan y Jay son los padres de Selena y Daniel. En su canal nos cuentan cómo se conocieron, el proceso de adopción, la forma en que educan a sus hijos, su vida cotidiana, etc.

Su primer video (es el que subo en esta entrada) es del 2011.



Da click aquí para conocerlos. Y da click aquí para ir a su blog.

Videobloggers que recomiendo 1

Christopher Juárez Reyes es un chico transexual que en su canal de YouTube comparte sus experiencias: cambios corporales, familia, relaciones de pareja, amigos, vida sexual, etc. Un buen canal para comprender la transexualidad.



Su canal lo encuentras aquí.

HURTO

-¡Pendejo! ¿Cómo que te robaron las alas? -le preguntó su hermano mayor.

-Psss, es que se me pasaron las copas y me quedé dormido. –Contestó el jovencito.

-No mames. ¿Qué vas a decirle a mi papá? Te va a cagar.

-Ya ni me digas. Estoy que ni el sol me calienta.

*****

-Están bien chidas, güey. ¿De dónde las sacaste? -le preguntaron por enésima vez y él, feliz de la vida, comenzó nuevamente a relatar su “hazaña”.

-Pus me invitaron a una fiesta. En la fiesta conocí a un chavo bien chido. Tomé, bailé y fajé con él toda la noche. Ya cansados nos fuimos a un hotel. Ya en el cuarto, con ayuda de ciertas yerbas, exorcizamos el cansancio. Entonces cogimos una y otra vez hasta –ahora sí- quedarnos dormidos. Horas después abrí los ojos, los pajaritos ya empezaban a cantar en la calle. La idea se me ocurrió cuando estaba a punto de despertar al angelito. Lo besé en los labios a manera de despedida... no me miren así, no soy cursi, lo que pasa es que estaba guapo el güey. Y tratando de ser cuidadoso para no despertarlo, le robé las alas.

-¡Qué buena onda! ¿Y no te sientes culpable?

-Nel, si hasta parecen hechas a mi medida, ¿o no?

Y en eso tenía razón. Al adolescente se le veían bien. Unos se alegraban por él, otros decían que era un gandalla, un ojete. Dos que tres hasta sintieron envidia, “quién tuviera unas alas así”, pensaban...



*****


A las afueras de un hotel -sobre Calzada de Tlalpan, cerca del metro Portales- un muchacho se sienta, cada vez con menos optimismo, a esperar que pase aquel que un día le robó sus alas.

domingo, 21 de diciembre de 2014

MISTERIOUS SKIN

…elevarnos en la noche, como dos ángeles y mágicamente desaparecer…


“Querida Avalyn: no me conoces, pero lo harás.”, escribió Brian Lackey (Brady Corbet), un chico de 18 años.

Brian decidió escribirle a aquella mujer después de verla en el programa de TV World of Mistery. Avalyn Friesen, de 32 años, aseguraba haber sido secuestrada por seres extraterrestres.

“Siempre me asusto cuando veo películas sobre OVNIs. Aun E.T. me asusta.”, comenzó a narrar ante las cámaras. A continuación Brian escuchó las palabras que le motivaron a escribirle: “He oído de gente que ha experimentado tiempo perdido. Partes completas de su vida que no pueden recordar. En una regresión hipnótica descubrí que he sido abducida más de veinte veces. La primera vez fue cuando tenía seis años. Regresaba a casa de un picnic con mis abuelos. Estaba oscuro y nos perdimos en un camino de tierra. El abuelo perdió el control del auto y caímos en una zanja. Había una luz blanca enceguecedora, pero los alienígenas no estaban interesados en mis abuelos. Me hicieron flotar fuera del auto usando alguna especie de rayo gravitacional.”

El chico buscaba respuestas, y al parecer Avalyn podía ayudarle a encontrarlas.

A sus ocho años de edad, Brian no era el mejor jugador del equipo de béisbol. Una tarde, la lluvia interrumpió el juego. Rápidamente la cancha se vació. Pero nadie se hizo cargo de Brian. Pronto, en medio de la lluvia, se quedó solo.

¿Cómo logró llegar a casa? Misterio. Su hermana lo encontró en el sótano. La nariz de Brian sangraba.


Su madre sabía que aquello de las Ligas menores era una idea estúpida, sabía que el niño se lastimaría jugando deportes en aquella cancha.

El niño abandonó el béisbol al día siguiente. Comenzaron las pesadillas, los sangrados de nariz y los desmayos, también comenzó a mojar la cama. Una noche Brian, su hermana y su madre observaron un OVNI encima de la casa.

De aquel verano, Brian sólo podía asegurar una cosa: “Cinco horas desaparecieron de mi vida, se fueron sin dejar rastro.”


Y ahora estaba esa mujer que también había experimentado tiempos perdidos. Pero ella había encontrado una explicación: “Recuerdo estar acostada en una mesa. Era fría, suave y brillosa. Los alienígenas me rodearon. No tenían cabellos, con cabezas enormes y brazos pequeños. Pero lo peor eran sus ojos. Sólo puedo describirlos como enormes diamantes negros líquidos y gelatinosos.”

Días más tarde, Brian recibe la respuesta a su carta. Avalyn invita al chico a visitarla a su casa. Sin pensarlo dos veces, el joven maneja los 50 kilómetros que los separan.

-Hay muchos de nosotros. Todos fuimos llevados y no sabemos qué pasó. -comenta Avalyn.

-¿Así que crees que eso fue lo que me pasó a mí, sólo por lo que te conté sobre el tiempo perdido? 

-Seguro que sí.

Brian le habla acerca del cuaderno que lleva: “Mantengo un registro de todos mis sueños. Siento que lentamente me está ayudando a recordar.”



“Es una buena idea. En tu subconsciente es donde todos tus recuerdos se almacenan.”, le responde Avalyn.

Brian lee uno de sus sueños: “Hay una luz azul. Está mi uniforme de Ligas menores. Un alienígena alto está parado junto a mí. Hay alguien más, otro chico. También de uniforme, una pantera (mi equipo de béisbol). El alienígena tiene grandes ojos negros. Está tocando mi rostro. Quiero llorar y pedir ayuda. No puedo, no puedo.”


Avalyn le anima a investigar, de hecho le indica la dirección correcta: “Estás en camino de descubrir la verdad. Piensa en ti mismo como un detective siguiendo pistas. Quizás debas concéntrate en el otro chico del sueño. Él podría ayudarte a encontrar las respuestas que buscas.”

Brian encuentra, gracias a una antigua fotografía del equipo de béisbol, el nombre del otro niño: Neil McCormick (Joseph Gordon-Levitt). De inmediato comienza a buscarlo. Desgraciadamente, cuando al fin encuentra la casa, descubre que Neil, quien se prostituye con hombres mayores, se ha marchado a Nueva York. De cualquier forma, Brian conoce a Erick, el mejor amigo de Neil.


Erick le escribe a Neil: “He querido contarte de este tipo raro que conocí hace algunas semanas. No, no estamos cogiendo. Ni siquiera es gay, creo. De hecho, su aspecto es extrañamente asexual. Curiosamente, el día que te fuiste, tu mamá y yo lo encontramos literalmente en el umbral de la puerta de tu casa, buscándote. Él dice que hace diez años ustedes dos jugaron en las Ligas Menores. Él era el peor jugador del equipo, bla, bla, bla, bla... Está lleno de preguntas sobre ti, pero por supuesto no le conté mucho. Por ejemplo, sobre tu trabajo. Sí le dije que eras marica, como yo. Sólo porque pensé ‘a quién le importa’. Pero, ahora ¿estás listo para la mejor parte? El cree que cuando ustedes eran niños, ambos fueron abducidos y examinados por alienígenas del espacio. ¿Cuán brillante es eso? Pero él estaba completamente sobrio cuando me lo contó. Debiste ver sus ojos. Así que ¿cuál es la historia, amigo? ¿Fuiste abducido por un OVNI, o qué? PD: ¿no se te han ido las ladillas aún?”

Brian tendrá que esperar hasta nochebuena para encontrarse con Neil, ya que este último regresará al pueblo en ese fecha…

El día señalado, la madre de Neil pregunta “¿Cuánto ha pasado desde la última vez que se vieron?” “Diez años, cinco meses y siete días”, responde Brian.

Neil lleva a Brian a la antigua casa del entrenador de las Ligas menores.

“¿Estás listo?”, pregunta Neil. Brian asiente con la cabeza.

Nadie responde cuando Neil toca la puerta, así que entran por una ventana.

Neil toma la palabra: “¿Fue aquí, cierto?... Siento como si nos estuviera mirando ahora mismo. No tengo ni idea de que sucedió con él. Ni siquiera si está vivo o qué. O si su fantasma nos está mirando… Yo era su favorito. De todos, me eligió a mí. Esto te parecerá extraño, pero cuando comenzó a suceder me sentí honrado…”

Brian al fin logra recordar lo sucedido. No hay ovnis. No hay extraterrestres. Las cinco horas que se habían ido sin dejar rastro ahora se le muestran de forma clara y dolorosa: el entrenador abusó sexualmente de ambos chicos. El sufrimiento de Brain y Neil al pensar en todo lo ocurrido contrasta con las canciones navideñas que se escuchan fuera de la casa. Neil sabe que no hay escapatoria. Sabe que decir “todo ha terminado, todo está bien” sería mentir.

NEGOCIO

Puso a trabajar a la morena el mismo día que le cosió las alas...

“El negro” había perdido la paciencia. Por ello se deshizo de la otra, de la rubia.

Pero la güerita sí era natural. Un ángel de los de verdad. Era hermosa, de rasgos infantiles y cuerpo escultural. Sabía que de tenerla entre sus filas sería un rotundo éxito, el mejor negocio de su vida. Por ello es que se las ingenió para atraparla.

Pero no pudo obligarla.

Argumentos y madrazos fueron insuficientes para convencerla.

La chica encontró su destino el día que fue encerrada para que le hiciera un trabajito al “loco”, uno de los clientes frecuentes. Fingió acceder a la petición del loco y de una mordida le arrancó la verga.

El pobre diablo salió tambaleándose de la habitación con las manos en lo que le quedaba de genitales, tratando inútilmente de detener la hemorragia. Entró a la oficina del negro. “¡No mames, cabrón! ¡Mira lo que me hizo tu putita. ¿Qué vas a hacer? ¡La pendeja me desgració! Tú y ella me la van a pagar...”, dijo lloriqueando.

El negro se levantó de su escritorio.

"¡No te quedes ahí parado como imbécil, llama una ambulancia!", ordenó el loco angustiado. El dolor le impidió permanecer de pie.

El negro sacó la pistola que llevaba en el cinturón y sin pensarlo disparó. Las muchachas veían todo desde afuera.

Algo así podía provocar la ruina de su negocio. No podía arriesgarse a la venganza de un hombre al que le han desgraciado la vida en un putero clandestino. Por ello es que se vio obligado a matar al loco.

“Avísenle al Pancho para que limpié este desmadre.”, dijo y se dirigió a la habitación donde momentos atrás el loco había sido despojado de su miembro.

Tampoco podía pasar por alto la rebeldía de una de las chicas, si no le daba un castigo ejemplar quién sabe qué ideas podrían pasar por la mente de las otras.

“Reinita chula, sabes lo que acabas de hacer, ¿verdad?”, espetó y la tomó de los cabellos. La sacó del cuarto para que todas vieran lo que estaba a punto de hacer.

Jamás había golpeado a alguien de forma tan brutal, nunca había recurrido a ese grado de violencia. Pero ninguna se atrevió a decir algo. Algunas lloraron, otras desviaron la mirada...

“Te hubiera ido muy bien, de verdad. Podrías haber sido la princesa de este lugar. Eres superior a todas. ¡A todas! ¡¡Ellas son basura junto a ti!!”, sabía que las chicas se sentirían ofendidas con sus palabras, pero también sabía que eran incapaces de levantar un dedo para protestar.

Sacó nuevamente la pistola. Pancho intentó decir algo, pero guardó silenció ante la mirada amenazante que el negro le lanzó.

“Reinita chula, tú lo quisiste”.

Disparó. Sólo una vez. A la cabeza.

Todos tuvieron una sensación de angustia, incluyendo al negro... Pero no había lugar para el arrepentimiento.

“Pancho, trae una navaja.”

El joven obedeció.

“Córtale las alas”.

El joven titubeó.

El negro sabía que no sería obedecido, no porque Pancho tuviera los suficientes tamaños para rebelarse. “Dame la navaja, tienes los güevos tan chiquitos que jamás te atreverías a hacerlo, ¿verdad?... ¡Maricón de mierda!”

El negro se arrodilló y le cortó las alas.

“Deshazte del cadáver, eso sí lo puedes hacer, ¿no?”

Pancho asintió con la cabeza.


Sosteniendo las alas el negro se aproximó a sus muchachas y las comenzó a examinar con detenimiento.

Se detuvo ante la nueva, una niña de 17 años que aún era virgen; apenas la habían traído –con engaños, claro- el día anterior. El negro le ordenó que lo siguiera a la oficina.

Y es que el negro sabía cómo hacer para cobrar más por ella. No por nada era el rey de los prostíbulos...

Sí, ya lo dije, la puso a trabajar el mismo día que le cosió las alas a la espalda.

Algo sobre "Opus 123" de Inés Arredondo

Pepe Rojas y Feliciano Larrea son los protagonistas de esta historia. Arredondo nos cuenta lo que sucede con ellos desde que son niños hasta que son ancianos. La historia sucede en un pueblo conservador que no comprende ni tolera (de respeto ni hablamos) a quienes se apartan de lo que se espera socialmente; en este caso se trata de dos niños que padecen las burlas y humillaciones de sus compañeros de clase, es su delicadeza lo que provoca esas agresiones.

 Así, ambos comparten dos cosas: el sufrimiento por esas burlas y el gusto por la música, los dos toman clases de piano. Ellos no se conocen pero saben de los avances de cada uno, pues ambos tienen a la misma maestra y ella les platica al respecto.

Ninguno de los dos participa en las actividades sociales del pueblo. Pepe Rojas termina dedicándose a las labores domésticas y a cuidar a sus hermanas mientras su madre atiende el negocio familiar. Feliciano Larrea deja la primaria en el quinto año y toma –a disgusto del padre- clases particulares, de tal forma que llega hasta el bachillerato. Pepe termina la primaria con excelentes notas, pero no es llamado a recibir –en la ceremonia de fin de cursos- el reconocimiento que le corresponde, aquí vemos la intolerancia que practican los habitantes del pueblo, incluyendo a las autoridades de la escuela.

 El título del texto se debe, precisamente, a que ambos personajes tocan el piano desde pequeños. El día que una hermana de Feliciano se casa, Pepe –sin que lo sepa el pueblo- es quien toca el órgano durante la ceremonia. Lo hace magistralmente pero no recibe reconocimiento alguno. Cuando durante la fiesta le preguntan a Feliciano padre por la identidad del músico, él miente, sabe que se trata del “afeminado”, pero afirma que era un pianista extranjero. Algunos saben que se trata de una mentira, entre ellos su hijo. Esto provoca el rompimiento familiar, pues hay un enfrentamiento definitivo entre padre e hijo.


Feliciano es la vergüenza de su padre, así que su madre toma la decisión de irse con él al extranjero. El padre se indigna, pues considera un insulto que su matrimonio se rompa por culpa del “mariconcito”. En realidad –y de esto se dará cuenta Feliciano años más tarde- la señora se va con su hijo por amor al esposo, ya que piensa que de esa forma Feliciano padre no tendrá que soportar la presencia del muchacho.

 La soledad es una constante en los protagonistas. Feliciano se convierte en un gran músico, pero como siempre es acompañado por su madre, nunca socializa ni puede iniciar amistades o relaciones amorosas. Pepe en el pueblo siempre es una persona marginada, aunque es el músico de la iglesia, nunca obtiene el reconocimiento o respeto de la comunidad.

 Cuando finalmente regresa Feliciano al pueblo, ambos son ya mayores. Arredondo cuenta que sólo se encuentran en sus paseos nocturnos y que nunca pasan de un rápido saludo. Pero en realidad la autora insinúa más de lo que cuenta, de forma que resulta válido preguntarnos ¿qué hubo entre Feliciano y Pepe?

Opus 123 aparece en la antología "Los espejos".

Sobre Inés Arredondo: http://es.wikipedia.org/wiki/Inés_Arredondo

¿UN AMOR QUE MATA?

Lejos de ser un tema poco abordado en la ciencia ficción, la homosexualidad ha sido tratada en un gran número de trabajos. Quienes en México escriben ficción científica también han explorado el homoerotismo.

La palabra fanzine –explica Andrés Tonini- es una contracción de dos palabras inglesas: fan (aficionado) y magazine (revista), por lo cual un zine –para abreviar aún más-, es una publicación no profesional que es editada por un aficionado –o por un grupo de ellos-, dedicada generalmente a un tema específico, como pueden ser las historietas, las películas del Santo, el movimiento punk, el más puro gore, o como en nuestro caso, la Ciencia Ficción y otras literaturas alternativas.

Andrés Tonini era el editor del fanzine ¡Nanual!, ciencia ficción, fantasía... y lo que caiga, dicho fanzine se elaboraba en la legendaria y queridísima Facultad de Ciencias de la UNAM.


¡Nahual! ocupó un lugar importante dentro de la ciencia ficción mexicana. El mismo Tonini dice: “El ¡Nahual! era un fanzine de Ciencia Ficción, Fantasía y Horror (entre otras cosas), fundado por un grupo de amigos de la Facultad de Ciencias de la UNAM. A lo largo de su corta historia fueron y vinieron diversos colaboradores, sin embargo, los más constantes fueron: Juan Carlos Estrada, Omar Hebertt, JaEr!, Isaac González, Gerardo Sifuentes, entre otros. Se publicaron principalmente cuentos de ciencia ficción, fantasía y terror”.

El fanzine llegó al número seis. Pero Tonini no se quedó con los brazos cruzados, regresó a las andadas con El oscuro retorno del hijo del ¡Nahual! Una publicación electrónica (en formato PDF para leerse con programa Acrobat Reader).

En 1977 la revista Ciencia y Desarrollo (del Conacyt) comienza a publicar relatos de ciencia ficción, en 1983 publican la obra de un autor mexicano, La tía Panchita de Antonio Ortiz. En 1984 aparece la convocatoria del primer Concurso Nacional Puebla de Cuento de Ciencia Ficción. El primer cuento ganador fue La pequeña guerra, del periodista Mauricio José Schwarz. Gabriela Rábago Palafox obtuvo este premio en 1988 con su relato Pandemia, y en esta obra se ocupa de la homosexualidad, el SIDA, la ignorancia y los prejuicios.

¡Nahual! le dedicaba un espacio a los cuentos clásicos de cf mexicanos. Pandemia fue el clásico que apareció en el número seis. En dicho número leemos: “Una gran pérdida para la CF mexicana y, ¿por qué no decirlo?, para la literatura general de México, significó el fallecimiento de Gabriela Rábago Palafox en octubre de 1995. Poetisa y escritora, autora, entre otras obras de las novelas Todo ángel es terrible, Federico, y La muerte alquila un cuarto, así como los libros de cuentos La señorita y La voz de la sangre. Gabriela fue también la primera mujer en adjudicarse el Premio Puebla en su quinta edición, allá por 1988, con el relato que ahora les presentamos”.

En el mundo que describe Gabriela la intolerancia y la doble moral están entre los problemas que hay que enfrentar: “Pese a la propaganda oficial contra cualquier clase de discriminación de las personas infectadas, el estigma era un hecho cotidiano que sufrían por igual burgueses y desposeídos, porque los líquidos que extendían el contagio del mal eran el semen y la sangre –es decir, el virus se transmitía preferentemente en la cama-, lo cual determinaba que la voluntad pública convirtiera el asunto médico en cuestión moral (...) La gente de bien –las personas decentes que preponderaban nuestras abuelas-, buscaron protegerse de la infección con oraciones y medallas o palmas benditas (¿no hablarían al respecto las cartas de Fátima?). Evitaron transfusiones de sangre desconocida: nunca como entonces se hizo evidente la diferencia de licores sanguíneos. Rehusaron el roce social con individuos sospechosos. En el fondo de su espíritu dieron gracias a Dios por no ser unos degenerados (...) Frente a las evidencias aplastantes, las familias bien, igual que la gente común, tuvieron que disfrazar de estupor su vergüenza. La población masculina sexualmente activa, comenzó a decrecer de manera alarmante. Además de los solteros, morían los pater familiae, los maridos fotografiados el día de su boda, los curas y los ministros de gobierno. A la comunidad homosexual, que mantenía sólo medio encubierto su estilo de vida, le quedaba el consuelo de una realidad considerablemente más digna -¿qué importaba que los obituarios de los bisexuales hablaran de accidentes fatídicos, ‘antiguos padecimientos’, fallas cardiacas y varios eufemismos por el estilo?”

Los homosexuales tienen que hacer frente a todo esto: “Se habla de que nuestro amor mata, y esto es cierto sólo en parte. A todos vosotros, gais y lesbianas principalmente, que sabemos claramente lo que queremos, y a todas las personas que luchan para conseguir el pleno derecho de nuestro cuerpo; a todos les decimos que el amor o la práctica homosexual no matan y, suponiendo que lo hicieran, preferimos morir de este amor y no a consecuencia de los otros amores que sí matan de verdad. Consideremos el amor de los señores que tienen el poder de las bombas, armas, misiles y centrales nucleares. El amor de estos mismos señores a los medios de comunicación con el fin de anular el cerebro de cada persona y así podernos manipular tranquilamente. El amor del gobierno de los Estados Unidos a las dictaduras que asesinan con toda impunidad. El amor del Vaticano a la decadencia y el estancamiento. ¡Amores todos que sí son verdaderamente terroríficos y destructores!”
Este es el mundo gris que describe Gabriela, un mundo en el que parece haber poco lugar para la esperanza o la alegría, sin embargo los activistas lejos están de abandonar su lucha; ejemplo de ello es el jesuita John J. McNeill, quien a pesar de la homofobia imperante aparece en la televisión para dar su punto de vista: “Durante largo tiempo hemos cargado los hombros de esos hermanos nuestros que se llaman a sí mismos gay, con un pecado inexistente, surgido de un error de traducción. ¿Hasta cuando reconoceremos que el pecado de Sodoma y Gomorra fue la falta de hospitalidad debida a los extranjeros –es decir, la falta de amor- y no el de la lujuria homosexual, como tanto se ha difundido? Nos hemos olvidado del amor y osamos castigar a quienes tal vez sí lo practican, simplemente porque no estamos de acuerdo con sus preferencias sexuales...”
A 17 años de que Gabriela ganara el Puebla ¿qué tanto hemos avanzado como sociedad?, ¿somos más tolerantes?, ¿es nuestro país muy diferente del mundo que imaginó Gabriela?

DE CUANDO BESAS A TU AMANTE MUERTO

En el número 3 de la desaparecida versión mexicana de la revista Asimov, ciencia ficción apareció un cuento de Ian McDowell. Sobre la historia de McDowell, José Luis Domínguez (editor de la revista) en su editorial comentaba:

“De EL FANTASMA DE UNA ANTIGUA AMANTE, hemos escuchado que no se trata de un cuento clásico de CF, sin embargo creemos oportuno aclarar que nuestra revista no pretende publicar sólo lo que hoy se llama Ciencia Ficción Dura, y que desde luego las fronteras entre un subgénero y otro dentro de la CF son muy tenues, además de que... mejor dejémonos de rollos y disfruten de las excelentes pinceladas poético-literarias de Ian Mac Dowell.”


El profesor Ian MacDowell, para obtener su maestría en literatura inglesa, acepta la ayudantía del curso de redacción, al mismo tiempo se inscribe en la clase de la doctora Suzanne Radcliffe. En la clase de redacción y como trabajo final, Ian pide a sus alumnos el siguiente ejercicio: “Piensen en algo que los hirió o avergonzó, algo que aún sienten inconcluso. Escriban acerca de lo sucedido, usando un lenguaje llano que se concentre en los aspectos externos. Luego hablen acerca de lo que sintieron en ese momento, y luego de cómo se sienten ahora. ¿Se sienten igual? Si no es así, ¿por qué creen que es distinto?...”

Megan Cambell no era alumna de Ian, pero asistía con cierta frecuencia al curso, impartido en el séptimo piso de ese edificio. Megan escribe lo siguiente:

Una vez hice algo muy malo. Quizá no tan malo. Lo que sé es que herí a alguien que amaba. Creo que eso está mal. Pienso que herir a alguien es la única clase de mal que existe.
Ella y yo éramos compañeras de cuarto. Era hermosa y muy lista...

Megan se refiere a una joven ya titulada que dirigía una revista de arte y literatura, esta joven le publica a Megan algunos trabajos. Se hicieron amigas. Megan la lleva a pasar con ella y su familia la Navidad. Cuando los padres de Megan se retiran a dormir...

Yo sabía desde antes que me gustaban las mujeres. Traté con hombres, pero nunca me funcionó. Ella no lo sabía. Casi nadie lo sabía. Pero yo sí.
Había decoraciones de Navidad, con acebo y muérdago. Ella dijo:
-Mira eso. Tu hermano no llegará hasta mañana. No hay nadie a quien besar.
La besé.

Al principio ella respondió a mi beso, pero entonces me atreví a hacerlo con la lengua, y eso la asustó. Me empujó, y el tazón de ponche se volcó, y ella salió corriendo de la casa y se metió a su coche. Yo corrí detrás de ella.
Ella arrancaba su coche. Corrí por las llaves de papá, que estaban en la mesa de la cocina, y fui por ella.
La alcancé en las afueras de Greensboro, y la seguí.
Manejó al campus y se detuvo frente a la biblioteca. Claro que estaba cerrada y a oscuras, pero durante ese semestre trabajó en la sala de libros valiosos, y tenía la llave. Entró antes de que yo pudiera salir del coche, pero dejó la puerta abierta tras ella.
La encontré en la mesa de recepción llamando por teléfono a su papá. Creo que llamó desde ahí porque no tenía monedas, y sabía que éste era el único teléfono que podía usar.
-¡No te me acerques! –me gritó. Dijo a su papá que iría a casa, y colgó-. No te me acerques, o llamaré al rector. Le diré a tus papás –entonces corrió, dejándome sola en la biblioteca. Quería suicidarme.
Después de eso, nunca la volví a ver.
¿Cómo me siento ahora por eso? No sé. Ahora las cosas son extrañas; no parecen cambiar mucho. Pero ya no quiero suicidarme. No se me ocurre nada más.


Ian queda impactado por el escrito y se lo comenta a la profesora Radcliffe.

Radcliffe queda aún más impactada. La doctora pide que le cuente todo lo que sabe acerca de Megan, y para ello se dirigen a un bar.

Después de escuchar a Ian, Radcliffe comenta:

“Megan Cambell saltó del séptimo piso de la biblioteca en la víspera de Navidad de 1965. Parece que su fantasma estuvo en tu curso... yo soy la muchacha que Megan besó en la boca. La que la rechazó... Durante mucho tiempo no quise admitir que soy bisexual. Por lo menos no hasta que comencé a estudiar el doctorado... Tienes que entenderlo: a pesar de la dizque revolución sexual de los sesenta, la época era muy anti-gay. Nadie se atrevía a hablar de los derechos o la identidad de los homosexuales. Además, 1965 todavía era parte de los años cincuenta...”
Esta charla ocurre, precisamente, en una víspera de Navidad (la de 1985), así que Radcliffe decide ir a la biblioteca y encontrarse con Megan.

Posteriormente Radcliffe le comenta a su alumno el encuentro: “...En las baladas antiguas, besas a tu amante muerto, y ahí termina todo; en cuanto tocas esos labios fríos como la arcilla, tu también mueres. Tal vez yo esperaba que pasara eso, y quizá no habría importado. Pero sus labios no eran fríos y yo no estoy muerta... Sentí un sabor de... no sé... polvo, hojas muertas, un vacío frío y seco. Luego nada. Al abrir los ojos, me abrazaba sola en un salón vacío...”

UN PLANETA DE MARICAS (HOMOSEXUALIDAD EN LA CIENCIA FICCIÓN)

Con prólogo de Ray Bradbury, la editorial Plaza & Janés, dentro de su serie Mundos Imaginarios, publica La fuente del unicornio, una antología con 13 cuentos de Theodore Sturgeon. De El mundo bien perdido nos ocupamos a continuación.

“...las naves terrestres habían recorrido el cosmos en todas direcciones con pocos obstáculos. A todos esos obstáculos se les encontró una explicación menos a Dirbanu, un planeta transgaláctico que se envolvía en impenetrables campos de energía cada vez que se acercaba una nave terrestre. Había otros mundos que podían hacer eso, pero en cada caso las tripulaciones sabían por qué lo hacían...”
Dirbanu y la Tierra tenían mucho en común. Sin embargo, cuando los habitantes de Dirbanu pudieron echar un vistazo más de cerca, hicieron una mueca de desprecio.

Los habitantes de Dirbanu nada querían saber de los habitantes de la Tierra. Por ello es que Dirbanu “pasó en nuestra mente grupal por los habituales estados de existencia: la Curiosidad, el Misterio, el Desafío, el Enemigo, el Enemigo, el Enemigo, el Misterio, la Curiosidad, y finalmente Aquello-de-lo-que-no-hay-que-ocuparse-porque-está-demasiado-lejos, o el Olvidado.”


Por eso es que los Tortolitos fueron capturados.

“Todo el mundo los conocía como tortolitos, aunque por supuesto no eran pájaros sino seres humanos. Bueno, digamos que humanoides. Bípedos sin plumas.” Los tortolitos tenían un aspecto “muy humano si no fuera por la posición de los párpados que cerraban hacia arriba y no hacia abajo como los de los terrestres”.
Los tortolitos estaban llenos de magia.

Mira los tortolitos y fíjate en lo que ocurre: “Es la sensación de cuando tenías doce años, estabas empapado de verano y besabas a una chica por primera vez y se te cortaba la respiración de una manera que, estabas seguro, no se repetiría nunca. Y claro que no se repetiría, a menos que mirases a los tortolitos. Entonces te quedabas embelesado durante cuatro silenciosos segundos, y de repente se te partía el corazón y unas lágrimas de incredulidad te hacían arder los ojos, y el primer movimiento que hacías era de puntillas, y tu palabra un susurro.”
Los tortolitos venían de Dirbanu.

Pero ese no fue el problema, durante varios días habían disfrutado de su estancia en la Tierra, y los habitantes de la Tierra habían disfrutado de la magia de los tortolitos.

El problema fue el mensaje proveniente de Dirbanu...

El mensaje confirmaba que los tortolitos procedían del impenetrable planeta e informaba que eran fugitivos, que tomarían a mal que la Tierra se considerase refugio de los criminales, pero que por otra parte se sentirían muy contentos si la Tierra los devolvía.

La humanidad veía la oportunidad de un intercambio cultural con aquellos que poseían una tecnología superior, los humanos comenzaron a imaginar los beneficios de entablar relaciones con “el poderoso Dirbanu ante el que éramos capaces de arrodillarnos en actitud suplicante (con bombas estrictamente defensivas escondidas en los bolsillos) con la cabeza gacha (ocultando el cuchillo entre los dientes) y pedir migas del banquete (para calcular dónde estaban las cocinas)”.
Este episodio se convirtió en una prueba más de que la “intolerancia de la Tierra puede vencer cualquier cosa, incluso la magia... Sobre todo la magia”.
Así pues, la Ácaro Estelar 439 partió a Dirbanu llevando de regreso a los criminales.

Rootes y Grunty son los encargados de llevar a los tortolitos de regreso a su planeta.
Pero la misión no podrá cumplirse... Mientras Rootes duerme, Grunty deja escapar a los tortolitos.
Una vez que Rootes se da cuenta, le reclama.

-¿No me estarás queriendo decir que los dejaste escapar? Te voy a quemar... ¿Qué crees que te harán? ¿Qué crees que me harán a mí?
La explicación no tarda en aparecer. Grunty, gracias a los dibujos que realizan los delincuentes, hace un descubrimiento y se lo comunica a Rootes.

-¿Quieres decir que hemos estado transportando todo el tiempo una pareja de malditos mariquitas? ¡Si lo hubiera sabido los habría matado!... ¿Así que te deshiciste de ellos para que yo no tuviera que matarlos y arruinar todo? –Se rascó la cabeza-. Bueno, que me lleve el diablo. Después de todo, tienes ahí arriba una máquina de pensar. Si algo no soporto es a un invertido.
Los “afeminados” han muerto, al menos eso es lo que Grunty y Rootes hacen creer a los habitantes de Dirbanu. Y los problemas terminan, los de Dirbanu ni siquiera reclaman los cadáveres: “No queremos los cuerpos. Pueden comerlos”. ¿Qué tipo de relación podrá haber entre ambos planetas? “Que la Tierra no se meta con Dirbanu y Dirbanu no se meterá con la Tierra. No es una sugerencia. Entra en vigor inmediatamente.”
Pero ¿por qué Grunty dejó escapar a los “chicos perfumados”?

Grunty se altera cuando descubre que los tortolitos pueden escuchar sus pensamientos. Sí, los tortolitos pertenecen a una raza con poderes telepáticos. Pero los tortolitos no pueden transmitir pensamientos, tan sólo recibirlos.

Grunty es presa del pánico y la furia: “Nadie debía saber lo que él era, lo que pensaba. Si alguien lo sabía, sería un desastre insoportable. Significaría el fin de los viajes con Rootes...”

Pensó en matarlos.

Para Grunty la Tierra era un lugar asqueroso: “Dada una cultura de sibaritas, con una infinita libertad de elección de estímulos mecánicos, lo que se consigue es un pueblo de inflexible y rígida formalidad, un pueblo con pocos pero masivos tabúes, un pueblo de mentalidad impresionable, estrecha, remilgada que acata las normas, incluso las normas de sus calculadas depravaciones, y protege sus preciadas y especializadas mojigaterías. En un grupo así hay palabras que uno quizá no usa, gestos y entonaciones a los que hay que renunciar para que no le despedacen a uno. Las normas son complejas y absolutas, y en un sitio así el corazón no puede cantar, para que la libre y cálida felicidad no nos traicione.”
Solamente en la soledad del espacio es donde Grunty puede ser él mismo, sentirse en libertad. Y para alguien poco acostumbrado a expresar o compartir sus pensamientos y sentimientos, los telépatas resultan una amenaza.

Los tortolitos saben de los planes de Grunty, saben que su vida está en peligro.

Los dibujos son la salvación.

Los tortolitos muestran a Grunty sus dibujos, en ellos aparecen Grunty, Rootes y una mujer. En otro aparecían los mismos tres personajes pero desnudos. En el siguiente aparecen los tortolitos “y junto a ellos había una tercera figura, más o menos parecida, pero pequeña, rechoncha y con brazos grotescamente cortos”. En el último aparecen las tres figuras desnudas. Grunty se da cuenta, baja la pistola, ríe y estrecha las manos de los tortolitos.

Cuando todo el episodio termina, es decir, una vez que ha permitido que escapen los amantes, Grunty vuelve a disfrutar de su privacidad.

Grunty se dirige a la cama de Rootes, lo observa con ternura y atención.

¿Por qué tenemos que amar donde cae el relámpago y no donde nosotros elegimos? –se pregunta- Pero me alegro de que seas tú, pequeño príncipe. Me alegro de que seas tú.
“Alargó la enorme mano y, con la suavidad de una pluma, acarició los labios dormidos.”
El homofóbico Rootes (¿gay de clóset?) cree haber encontrado la razón por la que Dirbanu no desea relaciones con la Tierra: “Sus hembras no se parecen a los machos. Comparadas con ellas, nuestras mujeres son prácticamente idénticas a nosotros. Así que llega el embajador y encuentra lo que aparenta ser un planeta lleno de maricas. Sabe que no es cierto, pero no soporta el espectáculo. Así que regresa a Dirbanu, y Dirbanu le vuelve la espalda a la Tierra... Entonces estos sodomitas huyen a la Tierra, pensando que allí se sentirán a gusto. Y casi lo consiguieron. Dirbanu los reclama porque no quiere que gente como ésa represente a su planeta. No les echo la culpa. ¿Cómo te sentirías tú si el único terrestre en Dirbanu fuera un bujarrón? ¿No querrías sacarlo de allí rápidamente?”

LITERATURA FANTÁSTICA Y LITERATURA HOMOSEXUAL

He encontrado dos libros dedicados a explorar y analizar la literatura homosexual y que mencionan la obra de autores que se han dedicado a la literatura fantástica.

Tema y Variaciones de Literatura es una serie de libros publicada por la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana. El número 17 de la serie (que apareció a finales del 2001) se dedicó a la Literatura gay.
Ensayos, reseñas, cuentos y poemas integran este libro.


Angélica Tornero, en su ensayo “Literatura homosexual”, escribe que la obra teatral El tercer Fausto de Salvador Novo, es considerada por algunos críticos como la primera que trata el tema de la homosexualidad. Tornero continúa diciendo que la segunda obra en este sentido es Invitación a la muerte (1943) de Xavier Villaurrutia, esta obra se estrenó en 1947. Otras obras son Signos del zodiaco (1951) de Sergio Magaña y Cada quien su vida de Luis G. Basurto, obra estrenada en 1955. La primera novela de tema homosexual escrita en nuestro país es El diario de José Toledo de Miguel Barbachano Ponce, escrita en 1962 y publicada en 1964. En 1969 José Ceballos Maldonado publica Después de todo, y en 1974 el libro de cuentos Del amor y otras intoxicaciones. El tema sería abordado también por autores como José Revueltas, Juan García Ponce y Sergio Pitol, entre otros.

Otro autor mencionado (evidentemente no podía faltar) es Luis Zapata. Su primera novela se llamó Hasta en las mejores familias (1975). Pero es hasta 1979 cuando aparece El vampiro de la colonia Roma, obra con la que obtuvo el Premio Juan Grijalbo.

Tornero continúa con otros autores hasta llegar a Arturo César Rojas. Escribe Tornero: “En 1983 se presentó la primera y única novela de ciencia ficción homosexual llamada Xerödnny: Donde el gran sueño enraíza, de Arturo César Rojas, con el seudónimo de Kalar Sailendra”.


Arturo César Rojas también es autor, entre otras historias, de El que llegó hasta el metro Pino Suárez, Aztlán: historia verdadera de la conquista de los reinos bárbaros de Europa y La risa divina.


En el número cinco del Fanzine ¡Nahual! (abril de 1997) apareció la historia Aztlán de Arturo César Rojas

Tornero no menciona a Gabriela Rábago Palafox.

En 1977 la revista Ciencia y Desarrollo (del Conacyt) comienza a publicar relatos de ciencia ficción, en 1983 publican la obra de un autor mexicano: La tía Panchita de Antonio Ortiz. En 1984 Ciencia y Desarrollo publica la convocatoria del Primer Concurso Nacional Puebla de Cuento de Ciencia Ficción. El primer cuento ganador fue La pequeña guerra, del periodista Mauricio-José Schwarz.

Gabriela Rábago Palafox obtuvo el premio Puebla en 1988 por su relato Pandemia (fue la primera mujer en ganar dicho premio), y en esta obra se ocupa de la homosexualidad, el SIDA, la ignorancia y los prejuicios; pero también se ocupa de la forma en que los activistas hacen frente a la homofobia y a la falta de información.

Más Allá de lo imaginado fue la primera antología de ciencia ficción mexicana. ¿Hay algo que pueda diferenciar la ciencia ficción que se escribe en México de la que se escribe en otros países? En la introducción, Federico Schaffler afirmaba: “Además, hay una tendencia muy clara que debe enfatizarse, los autores nacionales, como muchos latinoamericanos y tercermundistas, toman la ciencia ficción como fondo para presentar historias de reacción humana ante la tecnología y lo inexplicable. Esta ciencia ficción muy propia de nosotros y difícilmente encontrable en la producción comercial mundial, es lo que puede caracterizar y darle validez al autor mexicano”.

En el primer volumen de esta antología, publicada en 1991 por el Fondo Editorial Tierra Adentro, aparecen historias de Juan Armenta Camacho, Adriana Rojas Córdoba, Mauricio-José Schwarz, Arturo Arredondo, Gabriel Trujillo, Guillermo Farber, Gerardo Horacio Porcayo, Rodrigo Madrazo, Juan José Morales, Irving Roffé, Federico Schaffler, Arturo César Rojas y Gabriela Rábago Palafox.


Sobre Gabriela Rábago, Schaffler escribió que “se caracteriza por su limpieza al escribir, por el uso adecuado de términos, situaciones y pasajes, así como por la libertad con la que toca temas como el SIDA, cristianismo y otros ‘delicados’ para muchos”. Y es que Rábago Palafox participó con una historia titulada Resurrección. En dicha historia la autora nos transporta a un mundo en el que ya no existe el cristianismo.

Gabriela Rábago también es autora de las novelas Todo ángel es terrible, Federico, y La muerte alquila un cuarto, así como de los libros de cuentos La señorita y La voz de la sangre.

Gregory Woods es el autor del libro Historia de la Literatura Gay (publicada en el 2001 por CONACULTA, y que el interesado puede encontrar en la Biblioteca de México “José Vasconcelos” con la clasificación 809.93353 W66 H57). Woods se ocupa de la literatura gay masculina a través de lenguas y culturas desde la Antigüedad hasta el presente. En su libro encontramos diversidad de épocas, temas (adolescencia, masturbación, cómo tratan el tema autores no homosexuales o bisexuales, etc.) y escritores.


Hay una parte en la que escribe sobre la literatura fantástica:

“Hoy existen muchas alternativas a las normas heterosexistas de la novela popular. Muchos de los más famosos narradores de tipo popular son gays o lesbianas, cosa que no suele decirse a menudo. Los importantes nombres de Ursula Le Guin, Samuel Delany y Clive Barker son los primeros que vienen a la mente. Dhalgren (1975), de Delany, y sus cuatro Neveryon (1979, 1983, 1985, 1987) tienen no sólo personajes destacados que son bisexuales o gays, sino también los complejos resultados de las meditaciones del autor sobre el posible futuro y sus formas, del papel de los géneros y de las orientaciones sexuales. Sus propias experiencias personales como homosexual afronorteamericano influyen claramente en la profundidad y extensión de su interés por culturas e individuos sexual y racialmente marginados. La fácil adaptación que la ciencia ficción permite de los grandes temas es utilizada por Delany en una serie ampliamente concebida de análisis de los fracasos de la heterosexualidad y del vigor de la homosexualidad.”

Woods se extiende sobre Clive Barker. Entre otras cosas, afirma que Barker es uno de los autores gays más vendidos en todo el mundo, y que aunque no escribe ni publica como autor homosexual, no oculta su orientación, de manera que ha dado entrevistas a revistas dirigidas a un público homosexual y ha realizado lecturas en librerías gays.

Sin embargo, en cuanto a cine se refiere, Woods dice que la obra de Barker no ha contado con afortunadas adaptaciones, antes bien, ha sido deformada:

“ha tenido que resignarse ante la terca negativa de los productores a agitar la tranquila superficie de la complacencia de su público –que acepta escenas incluso del más extremado horror- a tratar cuestiones sobre los valores sexuales. Como mucho antes Tennessee Williams, Barker ha visto su obra mutilada una vez llevada a la pantalla. Así, por ejemplo, la narración corta Cabal, que su autor reconoce sin problemas que se trata de una alegoría homosexual, pasó al cine en 1989 con el título de Nightbreed. Los monstruos de la historia, los breed, fueron considerados por el productor como ‘demasiados simpáticos’. Como consecuencia, las ambigüedades morales del texto original tuvieron que desaparecer para dar paso en la película al habitual conflicto entre el bien y el mal.”

¿Cuál es la diferencia entre los escritos de Barker y los de Stephen King? El mismo Barker ofrece la respuesta (que –evidentemente- se relaciona con su orientación sexual):

“Mis libros son totalmente diferentes a los de James Herbert y Stephen King. Los suyos están orientados hacia la muerte, los míos hacia la vida. Yo escribo acerca de las cosas raras que se ven con el rabillo del ojo, esperando que ocurran aventuras reales. James Herbert y Stephen King quieren sangre. Sus libros tienen una mentalidad burguesa, que se manifiesta en la idea de que si algo es raro, dispara. Sienten terror ante la diversidad y piensan que si algo es diferente, pertenece al lado oscuro; si algo es diferente, hay que acabar con ello. En todos sus libros se apoya el statu quo. Profundamente conservadores.”

Barker abunda en la afirmación de que sus libros se orientan hacia la vida: “Me encanta escribir sobre el sexo –heterosexual, gay-; es muy divertido escribir acerca de su belleza y muy divertido el practicarlo. No debemos entregarnos al pesimismo. Debemos seguir celebrando el sexo. Hay que resistir con todas nuestras fuerzas a la huida de la sensualidad.”

¿Considera Barker que su orientación sexual le ayuda a ser creativo? La respuesta es afirmativa: "pienso que como gays tenemos más espacio para soñar." A lo que Woods añade: "lo que sin duda constituye un gran don para un novelista de lo fantástico."

Al final de esta sección, Woods afirma que la literatura homosexual se ha enriquecido con la existencia de autores homosexuales (hombres y mujeres) que escriben historias de detectives, de ciencia ficción y de terror, además de historias románticas. “Sin duda, esta deliberada apropiación de los diferentes tipos de literatura popular ya posterior a las luchas de liberación gay demostrará un día que fue uno de los más logrados productos, incluso uno de los más útiles, de la propia liberación gay.”